27 mar 2014

La primavera ya llegó

Algunos hablarán de dejadez, otros de falta de motivación, quizás de olvido... Lo cierto es que todos los fines de semana me pongo como objetivo sacar un rato y escribir unas cuantas líneas para compartir con mis escasos lectores. Sin embargo, en el corto descanso dominical se me torna imposible entre unos planes u otros.

Resumiré a marchas forzadas para que esta entrada no caiga en saco roto y se convierta en otro borrador enterrado en el tiempo.

¿Qué ha pasado en estos últimos 3 meses?

Conciertos punk y fiestas de DJs, amigos nuevos  recién llegados a Shanghai que se incorporan al grupo, despedidas de algunos que se regresan o marchan a otros lugares... Uno puede sentir el dinamismo de la gran ciudad incluso en el más frío invierno, y sin calefacción.

Mi casa cada vez es más mía. En mi última visita a la vieja Iberia me cargué la mochila con varios kilos de los obligados manjares de la tierra, pero también con algunos de esos enseres que vas cargando contigo de casa en casa. Incluso me traje un poco de ese Aloe Vera que me acompaña y que ha sido adoptado en muchas casas. Ahora, con la llegada de la primavera, me he puesto a reciclar garrafas de agua para preparar mi jardín. Ya tengo hierbabuena, tomillo, lemongrass, lavanda, fresas, romero, tulipanes, flores... y a la espera de que las semillas de lechuga hagan su aparición.

A finales de Enero se podía notar en el quehacer de los chinos que se acercaba el año nuevo. Todos estaban con una sonrisa en la cara, relajados y hasta amables con la clientela! Trabajamos el domingo anterior y también el sábado posterior, pero tuvimos las más largas vacaciones de todo el año. Así que aprovechando, y en un aquí te pillo aquí te mato, organizamos un viaje express de 3 días a las montañas amarillas o Huanshang Mountains. Lugar abarrotado de chinos por su popularidad, la suerte fue llegar allí en el homólogo día de nochevieja. El trayecto fue un poco accidentado, pues el viaje lo empecé montando en un autobús que no era, del que primero me hicieron levantar del asiento y luego simplemente me echaron.

Tras 6 o 7 horas de carretera, a eso de mediodía, el regente del hotel asegura que podemos tomar coger el teleférico, caminar hasta la cumbre para ver el atardecer y luego bajar andando. Lo cierto es que una vez allí, con una mano delante y la otra detrás, el regreso era inviable: 16 kilómetros por sendas desconocidas, de noche, sin seguridad de llegar a ningún lado y con la cierta sospecha de acabar refugiado en un recobeco de las rocas pasando una mala noche. Así que, gracias a tener el pasaporte encima, nos aceptaron en uno de esos hoteles de precios inflados en la misma montaña. Sí, pagué dos habitaciones de hotel el mismo día :(

Lo más preocupante fue al volver finalmente al hotel de origen, a los pies de la montaña. Tras 3 o 4 horas de bajar escalones (es mucho peor que cualquier ascenso, en serio), cogemos el autobus para volver al pueblo y de pronto se para. Nos dice a los extranjeros que nos bajemos: pues no habíamos llegado al final de trayecto, pero sorprendentemente el hotel estaba al otro lado de la carretera y el regente estaba a la puerta!! Para colmo, al día siguiente hacemos el check out, dejamos las maletas y nos vamos a dar una vuelta. Bueno, pues por error no entregué las llaves y al rato, una china random en el pueblo se me acerca y me pide la llave de la habitación!! Menudo "Gran Hermano".


Al par de días y de vuelta en Shanghai, llegó la primera y esperada visita. Marcos supo pedir dos cervezas en el aeropuerto de Charles de Gaulle y logró no perderse entre las terminales. Resultado: entrada a la República Popular de China con un cargamento de jamón y lomo en la maleta. No iba a ser menos. Y aquí estuvimos,, quemando alguna que otra noche, comiendo cosas "raras" y haciendo un poco de turisteo por la ciudad. También fuimos a Tongli, una ciudad del agua que tiene canales apestosos y está sobre-valorada, en mi opinión, como opción para turistas. La suerte no estaba de nuestra parte y el tiempo nos despreció, malogrando la visita. Las fotos que cuelgo en el álbum son en realidad de un año anterior, cuando fui con mi madre.