11 nov 2014

Explorando la isla

El nuevo homestay, Don Biyu, recibe a sus huéspedes con una bebida de bienvenida. No obstante, lo mejor es sin duda el más que abundante desayuno. A elegir entre balinés, indonesio o americano, no falta el plato de fruta, el zumo tropical, cafe o té independientemente de la elección. Un buen comienzo para recargar baterías antes de salir a las montañas.

En el local anexo alquilan motos de baja cilindrada por poco más de tres euros el día. El casco abrocado y el depósito lleno bastan para partir hacia los jardines botánicos de Candikuning, al pie de los antiguos volcanes del centro de la isla. Tras pagar religiosamente el ticket de acceso para turistas se encuentra una de las especialidades del lugar: el centro de begoñas con multitud de especies y subtipos. Más allá, una colección de bambús de diferentes clases, un imponente ficus centenario o el jardín de orquídeas primitivas. Los locales acuden a este edén con sus familias a disfrutar del enclave. Sin embargo, posiblemente la atracción favorita para los extranjeros (también debido al precio) sea el parque de aventuras en los árboles con escaladas, puentes colgantes, cuerdas flojas entre tronco y tronco y largas tirolinas de hasta 50 metros. No podía ser menos, me coloqué el arnés y me lancé a la aventura.

Antes de retomar la carretera de vuelta a Munduk, se terción una rápida ojeada al mercado del pueblo, rebosante de frutas, colores y olorosas especias. Unos cuantos satay (pinchos morunos) sirvieron para engañar al hambre por un rato. Me llama la atención que los chavales cogen su propia moto con tan sólo 13 años y la llevan con mucha más soltura y destreza que un servidor.

A la mañana siguiente, habiendo dormido las doce horas reponedoras y necesarias después del esfuerzo en la copa de los árboles, toca calzarse las botas y echarse a los caminos con el objetivo de encontrar las cataratas más altas de todo Bali. Lo cierto es que el sendero es agradabe y permite adentrarse en las vidas de los lugareños. Sus patios sirven de secadero de kilos y kilos de clavo y vainilla, entre otros. En los cruces de caminos siempre hay alguien para indicarte y, de paso, venderte manualidades o paquetes de nuez moscada, jengibre, azafrán, clavo, pimienta... No entiendo porque insisten tanto en contratar un guía para esta sencilla ruta.

1 comentario:

  1. Gracias por compartir tus notas de viaje, siempre tan amenas, descriptivas y estimulantes (o especiadas en este caso?)

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